En el escenario brilla
su saxofón. Las notas que emite son tristes, como un eterno lamento.
Solo, en la noche, su
alma baila con el eco de la melodía, su único consuelo.
Sus dedos acarician las
teclas del instrumento que llora, con cada acorde, como si fuera un suspiro. La
soledad es su fiel compañía.
En silencio, su voz se
esfuma mientras que en su corazón la música revive a cada instante.
Daniel Cerchiara
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